domingo, 14 de diciembre de 2014

El sendero

Sólo caminando encontramos nuestro destino. Recuerdo el día que me compararon el camino de la vida con el sendero de una montaña. En la montaña nunca sabes lo que te puedes encontrar. Puedes llegar a un tramo en el que la subida sea muy grande y te cueste subirla, pero la subes poco a poco, simplemente porque tienes que hacerlo. Hay tramos más llanos pero que pueden tener piedras y todavía tienes que andarte con cuidado para intentar no caerte. También puedes encontrar sitios llanos sin piedras que los recorres a toda velocidad sin disfrutar del paisaje. Y por fin, llegas al punto más alto de la montaña, el sitio donde querías terminar el día. Te sientas en las rocas que están más altas y después de mucho andar, te paras y observas lo que tienes delante pero también lo que has dejado atrás. Y mirando el horizonte, respiras profundamente el aire limpio de la montaña, alejado del murmullo de la gente que ya no puede lastimarte. Finalmente, vuelves a levantarte y decides seguir caminando porque aunque tu destino era subir ahora debes volver a casa. Y puede que la bajada no sea más fácil que la subida pero es posible que lo que te espere al final sea mejor que lo que tienes ahora.

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